Hace 10 años, Jorge Julio López volvía a convertirse en una pregunta. Ya había sido una incógnita durante el período más nefasto de la historia argentina. Pudo declarar contra su verdugo; pudo señalar a Miguel Etchecolatz como responsable de las atrocidades más aberrantes sufridas por él  y sus compañeros, esos mismos compañeros que forman parte de esas 30.000 preguntas que seguiremos haciendo. Pero Julio López no está, de nuevo no está. A pesar de ese tenebroso papel con el nombre de López esgrimido durante el juicio, el verdugo Etchecolatz  recuperó la libertad, premiado acaso por el nuevo gobierno, partícipe necesario de la dictadura. Entre tanto Julio López hace 10 años volvió a convertirse en una pregunta.