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34 años de pasos y latidos

No nos proclamamos herederos de nadie por varios motivos. No nos gusta la idea de la “herencia” que supone la adquisición por sola pertenencia familiar, afectiva o lo que fuera, de una construcción acabada. Otro motivo: 34 años de Aten en el marco de la historia de lucha de la clase trabajadora -y lo hemos afirmado- es apenas un parpadeo.

¿Una “tradición” o “legado” hemos acaso recibido aquellos y aquellas que nos hemos sumado a este sindicato que transita las calles desde hace 34 años? Y la verdad que la palabras “tradicción” y “legado” nos gustan menos incluso que la palabra “herencia”. De hecho hay palabras que parecen pertenecer a los discursos altisonantes que cuestionamos a diario en nuestra práctica, esos discursos de mármol y bronce que eluden la materialidad cotidiana, y fijan la Historia en una temporalidad quieta, muda y fría, como el mármol y el bronce.

Somos en todo caso aquellos y aquellas que continuamos la marcha, el grito y el calor de compañeras y compañeros que decidieron organizarse, nada más que organizarse como colectivo de trabajadores y trabajadores de la educación. Nada más que eso. Y como si eso no fuera en sí una tarea enorme. Hemos sumado nuestros pasos, nuestros latidos y nuestras voces a las de aquellas y aquellos que aún vemos marchar, gritar y latir junto a nosotros.

Somos en todo caso el reconocimiento -y no el homenaje-; el respeto -y no el ensalzamiento- a quienes reconocemos como iguales en el caminar.

Somos el desafío de recibir a quienes lleguen a sumarse a esta construcción que “ladrillo con ladrillo en un diseño mágico” no hace más que echarse a andar en medio de la injusticia, de la impunidad por las vidas arrebatadas.

Somos Aten, un colectivo de trabajadores y trabajadoras de la educación que desde 34 años enseña a luchar en el aula y lucha por enseñar en la calle.

Estos testimonios que hemos recopilado en La Chispa -documental estrenado en 2012- y que hoy presentamos en forma de entrega por partes no es más que una vidriera de pasos, de gritos y de latidos que recorren la provincia desde hace 34 años.